La institución de Federico Sturzenegger respondió de esta manera a un pedido que hicieron desde los bancos, especialmente los provinciales, por los altos costos que debían afrontar al realizar la recarga de cajeros en las zonas más alejadas. La normativa anterior los forzaba a contratar un camión de caudales y a sus respectivos efectivos de seguridad para trasladar el dinero hasta la entidad cuando se trataba de "horas inhábiles” (es decir, fin de semana).
El otro efecto no deseado de la regulación era el desabastecimiento de los cajeros, que termina generando malestar y desorden entre los clientes de aquellas entidades mediante las que muchas veces se canaliza el pago de salarios públicos.
Dentro del sistema financiero consideran, además, que la medida terminaba siendo funcional al negocio de las transportadoras de caudales. A partir de esta medida, las entidades podrán rellenar el cajero con el dinero que tengan guardado en las bóvedas o tesoros de sus sucursales.