Mucho más allá de analizar los 90 minutos de fútbol que sepultaron las esperanzas argentinas de quedarse con una medalla olímpica, habrá que revisar el proceso que nos llevó a semejante fracaso. Todo comenzó con la renuncia de Martino, al que no sólo los equipos europeos le negaron a los mejores jugadores, sino que hasta los clubes locales fueron reacios a ceder sus figuras juveniles, incluso en un momento donde no se está disputando el torneo local.
Julio Olarticoechea, aquel lateral izquierdo campeón del mundo con Bilardo en el 86', el único DT con contrato en AFA para ese entonces, asumió en medio de una crisis dirigencial, cuando no había ni siquiera autoridades de AFA, no estaba designado seleccionador de la mayor, apenas una nómina en borrador que había dejado el Tata antes de decidir su salida.
Armó lo que pudo, con lo que tenía o le dieron, a las apuradas, salió de gira por Estados Unidos con un grupo de jugadores que no se conocían entre sí, y llegó a tierras brasileñas a ver que pasaba. Y pasó lo que tenía que pasar, conjuntos que llegaron mejor preparados para la competencia, con mayor rodaje futbolístico se aprovecharon de un conjunto de individualidades que nunca lograron amalgamarse como equipo. Lo de hoy fue anecdótico, apenas un mal partido de fútbol, que terminó de mala forma con algo que había empezado pésimo.