“Las investigaciones sirven para recoger información científica sobre los cetáceos y el ecosistema marino, con la esperanza de poder retomar lo más rápidamente posible la pesca comercial”, dijo a la AFP un funcionario de la agencia.
Las organizaciones de defensa de las ballenas y varios países dudan de estos supuestos fines científicos y denuncian que la carne de los animales termina vendiéndose en los mercados japoneses. Varios expertos subrayan que la investigación científica no necesita matar a centenares de ballenas cada año, pero según la agencia de pesca que es inevitable.
En 2014 el Tribunal Internacional de Justicia condenó a Japón al considerar que sus presuntas expediciones científicas tienen en realidad una finalidad comercial.