Agónico, trabajado, sufrido, así fue el punto que Newell's de trajo de la ciudad mediterránea, punto con sabor a tres. Tras ser superado durante buena parte del partido, los de Osella se adelantaron en la segunda mitad, con esfuerzo y poco fútbol fueron metiendo a la "T" en su propio arco y tuvieron el premio sobre el final.
Talleres había sido más, sobre todo en los primeros treinta del primer tiempo. La velocidad de Reynoso, la solidez de Gil, y la templanza de Guiñazú, habían superado las ganas de Mateo y Formica. Los de Kudelka eran todo fútbol, toque y simpleza, acorralaron a Newell's contra su propio arco, aunque carecían de solidez ofensiva para marcar.
Lo que más les costaba era hacer el gol, el resto lo hacían con simpleza y superioridad, pero Nacho puso la cabeza en un tiro libre para intentar despejar, y venció al uno leproso. Así las cosas, Talleres que jugó treinta minutos frenéticos retrocedió, empezó a ceder espacios y el equipo rosarino empujaba, aunque sin claridad.
En la segunda mitad se repitió el partido de los últimos minutos del primer tiempo, ya al local no le salían las cosas con la simpleza del comienzo, y Newell's, ya con Quigñon y Figueroa en cancha intentaba llegar a la igualdad. Osella se la jugó en los últimos minutos y sacó un defensor, Paz dejó la cancha y Mattos ingresó para buscar la heroica.
Y el fútbol premió a Newell's, tras varios centros al área, despejados hasta la mitad de la cancha, la pelota volvía cómo un flipper al área local. Formica bajó una pelota de cabeza, y Amoroso, en absoluta soledad y con todo el tiempo del mundo, en el quinto minuto de descuento puso el merecido empate de cabeza, colocándola abajo, muy lejos del alcance del arquero.