La carne es uno de los componentes centrales de la mesa cotidiana y la canasta familiar de los argentinos y la variación (hacia arriba) en su precio, afecta el bolsillo de manera notable y, por supuesto, también a los hábitos de alimentación.
En el año 2016, por ejemplo, la ingesta por habitante descendió hasta uno de los niveles más bajos en muchos años. Según el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna (IPCVA), cada argentino comió el año pasado 55,8 kilos de carne. Solo en 2012 el consumo cayó a niveles tan bajos.