La funcionaria nacional confesó que “estas transiciones no son fáciles, son un subibaja” emocional, aunque ratificó que tomó la decisión de dejar de ser la jefa de la diplomacia argentina “con convicción”, por lo que señaló que está “muy tranquila”. A pesar de su partida, reiteró que seguirá trabajando en el Gobierno como “asesora presidencial ad honorem” desde Madrid, en donde vivirá junto a su familia.
Consultada sobre los cuestionamientos que recibió Faurie tras su designación, la ministra de Relaciones Exteriores y Culto manifestó que no es la indicada para hablar de ello. “Es un embajador de carrera, tiene mucho conocimiento y experiencia. Va a ser una continuidad de esta gestión bajo el liderazgo del presidente Macri y lo va a hacer bien, no me cabe la menor duda”, auguró.