La empresa despidió a los compañeros periodistas Enzo Moreira y Alejandro Ledesma, ambos del sector Audiovisual. En el caso de Moreira, además, su despido tuvo el gravoso condimento de razones políticas e ideológicas, ya que fue consumado apenas después de ser reprendido por las autoridades de la empresa por realizar una pregunta “incómoda” al jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta.
"¿Por qué preguntaste eso?", fue la primera reacción que recibió Moreira de parte de algunos de sus jefes al regreso de una cobertura sobre el “Elefante Blanco” de Villa Lugano, en la que el periodista, en el natural ejercicio de su oficio, había preguntado sobre la existencia de denuncias por sobreprecios en la obra pública. Al día siguiente, la gerenta Magdalena Cash le informó que no se le renovará su contrato por “razones presupuestarias”.
Se trata de un caso doblemente grave. Es, por un lado, el despido arbitrario e injustificado de un periodista calificado. Despedido justamente por hacer bien su trabajo. A la vez, constituye un acto de persecución política, sindical y de disciplinamiento: ¿Con qué libertad sale a preguntar un periodista de Télam a la calle después de semejante acto ejemplificador?