También son un ámbito donde se encuentran historias de compromiso entre la comunidad y la institución, con un objetivo común que es mejorar el barrio desde acciones sociales que promuevan la integración.
Pero durante muchos años, estos espacios fueron siendo dejados de lado, perdiendo asociados y resintiendo su infraestructura y sus actividades. Sin embargo, nuevas generaciones de socios con un profundo arraigo barrial pusieron manos a la obra para revertir lo que parecía ser un destino ineludible.
La Carpita, en barrio Industrial, y Suderland en Ludueña son dos casos testigos de cómo un grupo de amigos que se criaron en el club de su cuadra, decidieron recuperarlo. Idearon un proyecto, trabajaron y con apoyo del municipio y la provincia, a través del Plan Abre, lograron renovar los clubes y cambiar sus barrios .