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En la primera mitad, Central salió a jugar un partido de dientes apretados, marcando en cada sector, ordenado, ocupando espacios. Con un esquema de triple cinco y Colan más adelantado, el mediocampo canalla era aguerrido y pudo neutralizar el buen juego xeneize.
El puntero del fútbol argentino, de andar arrollador e invicto y un equipo vapuleado de local por 4 a 0 en su cancha por Bandield no tenían en apariencia diferencias futbolísticas sólo por aquello de "partidos son partido" y "adentro de la cancha son 11 contra once".
Herrera y Ruben eran dos mediocampistas más, apretaban en la salida a los defensores de los de Guillermo y la mitad era una marca infranqueable que les costaba superar. Tras un corner, y un par de rebotes, Colman efectuó un violento disparo con destino de red, que Pablo Pérez interceptó claramente con la mano, Rapallini debió cobrar penal, pero como ya es costumbre omitió, y privó al elenco rosarino de abrir el marcador temprano o al menos tener una clara chance para hacerlo.
Siguió siendo mejor Central, los de Montero peleaban en cada rincón de la cancha, ante un Boca algo sorprendido por tanta resistencia. En un tiro libre desde la derecha llegó la apertura del marcador, Gil amagó, Boca jugó al offside y en la segunda oportunidad Martínez ingresando por atrás de todos fusiló a Sara con un remate violento de derecha.
Recién sobre los 35' Boca pudo reaccionar e hilvanar un par de jugadas en ofensiva, cuando central empezó a sentir el esfuerzo. Fueron tres jugadas provindencilmente sacadas por los defensores, que pudieron ser el empate, pero El Canalla se fue a los vestuarios con un resultado a favor que terminó siendo justo.
En la segunda mitad los de Montero siguieron metiendo y presionando en toda la cancha, ante un elenco bonaerense que no atinaba a reaccionar. Con humildad, sabiendo que llegaba de punto, y juntando fuerzas de donde no tenía, se corrió mucho, se jugó poco, pero se dejó todo.
En los primeros 10' a Central le amonestaron cuatro jugadores, mucha pierna fuerte para tratar de aguantar los embates xeneizes. Boca se desesperó y cada vez jugaba peor, le faltaba velocidad, cambio de ritmo y sorpresa. Central metió el partido en el freezer, estiró cada saque de arco, cada lateral, para cortar los circuitos de juego del campeón del fútbol argentino.
Central consiguió la ventaja y la supo defender, con algunos rendimientos muy altos, como Herrera, Ferrari y Martínez. Cuando todo marcaba el camino para una probable salida de Montero, el uruguayo consiguió aire fresco en Mendoza, que bajó de la Cordillera y habrá que ver si todavía sopla el domingo, cuando enfrente a San Martín en San Juan.
Otra vez, en la misma competencia, casualmente contra el mismo rival, El Canalla sufrió un arbitraje adverso, casi escandaloso, sólo decorado en parte por el resultado favorable. El penal de Pablo Pérez fue clarísimo y debió ser amonestado. Minutos después, el mismo jugador le pateó el estómago a Tobio, ni siquiera vio la amarilla. Barrios ya estaba amonestado, le mete un codazo a Ruben, imposible de ignorar, era roja, pero Rapallini nada.
En el final, la hinchada de Boca aprovechó que había llevado fuegos artificiales y los lanzó a la cancha, el partido se paró unos instantes y adicionó un minuto más. Luego le arrojaron un proyectil al línea, pudo haber hasta suspendido el partido, pero dio otro minuto. En el sexto minuto de descuento lo expulsa a Gil, que no estaba amonestado y decidió terminarlo cuando ya se jugaban 7.30 de descuento, casi emulando a Pablo Lunatti contra River o a Diego Ceballos en aquella olvidable noche de Córdoba.
