Algunos lo señalan como el principal responsable de haber capturado a Maldonado, para después meterlo en una camioneta que se marchó del Pu Lof con dirección a Esquel.
“El 1 de agosto no detuvimos a nadie, no matamos a nadie, no estuvimos ni cerca de detener a alguien. Duermo tranquilo, actuamos correctamente”, dice.
De acuerdo a su versión, él y un equipo de diez gendarmes de Esquel, y 21 de El Bolsón, entraron a Cushamen. Tomó la decisión después de que dos agentes resultaron heridos de gravedad sobre la ruta 40 ante una lluvia de piedrazos impulsada por unas 20 personas. “Fracturado, sangrando y todo, un gendarme avanzó conmigo, no se dio cuenta de sus heridas de la tensión que teníamos. Eso fue como a las 11,30. Ibamos lento y muy pesado, con el chaleco antibalas, con los cascos, los borceguíes. El suelo era arcilloso, muy incómodo”, detalló.
“No íbamos armados con armas 9 milímetros, ningún arma de guerra fue usada”, explicó. Y agregó: “Nunca estuvimos a menos de 40 metros. Tampoco me esperaba que corrieran hacia el río, pensé que se iban a escapar por los costados. Iban rápido, no le seguíamos el paso. Nuestro equipo pesa unos 7 kilos en total ¿cómo íbamos a hacer para capturarlos?”.