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Experiencias de los primeros ingresantes del cupo laboral trans en el municipio


Casi un año después de la sanción de la Ordenanza 9543, de autoría del concejal justicialista Eduardo Toniolli, en el mes de junio llegó el tan ansiado momento: se concretó el ingreso de cinco nuevos empleados y empleadas a partir del cupo laboral trans. Producto de una larga lucha del colectivo LGBTI y el trabajo conjunto con el municipio y concejales, Rosario se convirtió en la primera ciudad del país en hacer posible esta medida que se demanda a nivel nacional.

De esta manera, Sabrina, Daniela, Ariana, Paula y Alejandro celebraron aquel 28 de junio (no casualmente el Día Internacional del Orgullo LGTBI) su incorporación oficial a la planta municipal.

Dos meses más tarde, y ya asentados en sus puestos de trabajo, algunos de ellos comparten un primer balance de la experiencia.

Alejandro Burgos espera animado frente a la fuente del Palacio de los Leones, a pocos pasos de la oficina donde trabaja todos los días de 7 a 13: Mesa de Entradas. Desde ahí realiza todos los días sus tareas como ordenanza: “Entrego expedientes en las distintas oficinas, en Aduana, en Desarrollo Social”, cuenta.

Rápidamente, asegura: “El laburo viene re-bien. Yo pensé que iba a ser más complicado, pero no. Es fácil. Y está bueno porque no estoy siempre estancado en un solo lugar”. Respecto de la adaptación al nuevo ambiente laboral, Alejandro no tiene ningún reproche: “Acá el trato siempre fue normal, natural. Como con cualquier otra persona. Sin preguntas de ningún tipo. Siempre me sentí recómodo, rebien en el ambiente de trabajo. En todas las oficinas a donde voy también me tratan bien. Más allá de si saben o no saben, nunca noté una mirada rara ni de curiosidad”, afirma, tranquilo.

En los luminosos pasillos de las oficinas del edificio del Correo, el de Sabrina Crespo es el primer rostro que se ve al llegar al Área de Diversidad Sexual. Animada y carismática, se la nota muy a gusto en el escritorio que ocupa a diario de 8 a 14. Allí realiza hace dos meses tareas administrativas relacionadas al manejo de personal, compras, gestión de proveedores y solicitudes de todo tipo.

Aunque también anticipa que de a poco se va sumando a “alguna que otra intervención territorial”. “Yo me siento muy bien acá. Estar en la Secretaría de Desarrollo Social, en la que tenés tanto contacto con la gente y justo en el Área de Diversidad Sexual, es donde más cómoda me podía sentir. Por afinidad y por saber que las chicas no se iban a encontrar con nada nuevo, sino con algo que tratan todos los días desde años”, asegura la joven de 32 años.

Ariana Osuna, otra de las ingresantes, es su compañera en el Área, aunque ella se dedica a oficiar de auxiliar social en acompañamientos. “Lo que hacemos en el Área es garantizar que se cumplan los derechos del colectivo LGBTI. Al estar acá y conocer muchas veces a las chicas trans, cuando llegan y me ven, se sienten cómodas. Ayudo en todo lo que puedo. Hace poco, fui a hacer una pequeña intervención a un CCB (Centro de Convivencia Barrial) del barrio Toba para un grupo de chicas que necesitaban asesoramiento en el tema de salud y de planes que hay para estudiar. Me siento bien haciendo eso porque ayudo desde algún lugar”, narra, orgullosa de su labor.

A Sabrina le sobran las palabras de agradecimiento para sus compañeros de oficina y para el resto de los empleados. “La verdad es que tengo buena relación con todos, desde los chicos de limpieza hasta con los superiores de la Secretaría. Me siento bien, siempre me están ayudando en lo que pueden, en todas las oficinas”, cuenta y reafirma: “No me puedo quejar. Porque todos tienen la mejor predisposición para darme una mano y hacerme sentir cómoda y segura”.



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