En esa comunicación, el capitán del ARA San Juan, Pedro Fernández, le informó a la base de Mar del Plata -desde donde había partido quince días antes- que tenía un "cortocircuito en la batería 3" de la sala de baterías de proa porque le entraba agua por el snorkel”.
La nota, que lleva la firma del periodista Román Lejtman, afirma a su vez que “en los primeros minutos del miércoles 15, el capitán avisó a la base que el inconveniente había sido solucionado. Sin embargo, horas más tarde, volvió a llamar para decir que tenía un problema con las baterías en la proa. Nuevamente, en la madrugada volvió a informar que el inconveniente había sido resuelto.
Cerca de las 6 de la mañana, mediante el teléfono satelital Iridium, el ARA San Juan pidió un cambio de rumbo. A las 7.30 fue la última comunicación de la nave con tierra”. Al respecto, el diario recuerda que para efectuar este tipo de comunicaciones el submarino está obligado a emerger a nivel de snorkel.
“Sin embargo, como las aguas del Atlántico se encontraban "en condiciones 5/6" -lo que implica la existencia de olas de entre 6 y 8 metros-, cada vez que emergía era golpeado por las olas, por lo que se vio obligado a sumergirse, perdiendo la capacidad de impulsarse en modo diesel y con la mitad de sus baterías inutilizadas”, cuenta el periodista en base a información de primera línea.