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Macri cerró mal un buen año económico y político


El 2017 que se va sin dudas no será uno más para la alianza Cambiemos que conduce los destinos del país desde el 2015. Tras arrebatarle el poder al kirchnerismo, pasó sin sobresaltos las elecciones legislativas de medio término, quizás uno de los desafíos más difíciles, pero dilapidó buena parte del poder ganado en las urnas con decisiones posteriores que mellaron gran parte del capital político obtenido. El fantasma de la reelección ya se coló en la agenda política del Gobierno.

A nivel económico no le fue mucho mejor, no logró vencer la inflación, uno de los latiguillos preferidos del presidente, considerado el "peor de todos los males", después de la corrupción, un flagelo que el mandatario consideraba sencillo antes de asumir, y pensaba que sólo era cuestión de confianza, pero que no la pudo domar el primer año, donde las cifras llegaron al 40%, ni en este, que rozaron el 25%. 

El camino a la pobreza 0 se puso sinuoso, y tras la difusión de cifras oficiales y privadas, no sólo no se redujo sino que probablemente haya aumentado, producto del encarecimiento de los servicios por la quita progresiva de subsidios. Las cifras de desocupación se mantuvieron estables, con leve tendencia a la baja, salvo en el Estado, donde se produjeron varios miles de despidos en áreas sensibles.

La suba del dólar de las últimas semanas, su corrimiento a precios y el comienzo del 2018 con varios incrementos ya en marcha no ayudan a bajar los índices inflacionarios, algo que el equipo económico terminó por reconocer, y a pocas hora de aprobarse el presupuesto modificó la meta inflacionaria, no sólo del año que viene, sino también del próximo. Otra preocupación adicional debería ser el endeudamiento, que gracias al tempramo pago a los fondos buitre se accedió a nuevos préstamos de organismo internacionales, pero el flujo de capitales externos llegó para cubrir el déficit fiscal y la bicicleta financiera y no obras de infraestructura. 

A nivel político el macrismo ganó la madre de todas las batallas. Venció en Buenos Aires al Cristina Fernández, apoyado por una inversión millonaria en obras y punteros políticos, sobre todo en la tercera sección electoral bonaerense, donde la ex mandataria había sacado ventaja en las primarias. Además se quedó con Santa Fe, donde doblegó a Rossi que había logrado imponerse en las PASO.

Salió airoso de un caso que lo tuvo en vilo como fue el ahogamiento de Maldonado en el río. Sin que se pudiera probar todavía la participación de fuerzas de seguridad en la desaparición forzada seguida de muerte, ni golpes o indicios claros de asesinato, el Gobierno respiró tranquilo una vez que el cuerpo del artesano habló. Claro nadie cree que se metió sólo al agua helada, ni que lo hizo por propia voluntad, sino perseguido y quizás atemorizado, pero al menos eso no lo implica directamente. La posterior muerte de Nahuel, un joven Mapuche asesinado por la espalda por fuerza de seguridad, no llegó a mayores por el antecedente anterior, aunque acá sí está prácticamente probada la participación estatal ineludible.     

Tras ganar el 22 de octubre, fortalecido en las cámaras el Gobierno salió a comerse los chicos crudos. Puso toda la carne al asador, mandó un paquete de leyes económicas al Congreso y pisó el acelerador al fondo. Tuvo un par de tropiezos impensados, la resistencia popular a la modificación de la fórmula para calcular el aumento a los jubilados, y el retroceso de Carrió, en plena sesión y cuando se aprestaba a sancionar la ley, para sacar un mecanismo compensatorio que finalmente le permitió torcer voluntades y avanzar con la norma.

Aquella jornada feliz en lo legislativo, tuvo irremediables consecuencias políticas, la represión en las calles ante una multitud que se manifestaba contra las reformas, con algunos excesos injustificados, incluso contra legisladores de la oposición no lo dejó bien posicionado. Hablando de diputados, fragmentados, dispersos y sin un discurso unificador, encontraron en la reforma previsional la piedra fundamental para lograr una unidad impensada, si bien siguen pensando distinto ahora hay algo que los une, el rechazo a Macri.

Se especuló incluso que en el peronismo se inició un complejo diálogo esta semana para tratar de unificar una fórmula que enfrente el Gobierno en 2019. Kirchneristas, Massistas y Randazzistas se juntaron en pos de acercar posiciones, pero encuentran aún el escollo insalvable que CFK sigue siendo la dirigente opositora que más votos aglutina, pero a su vez la que menos posibilidades tiene de sumar por fuera del peronismo, y está visto que no alcanza sólo con el PJ para vencer a Macri y en ello tendrá mucho que ver la izquierda, prescindente en la elección anterior, pero empujada por la realidad a formar parte de la oposición al modelo.

En el medio de todo está la gente, mucha ya comenzó a sentir que aquello que le prometieron de modificar lo que el Gobierno anterior proponía no era tan fácil, que si bien Macri ha cumplido algunas metas como levantar el cepo al dólar, sincerar algo las cifras del INDEC, los números que muestra no son favorables todavía, las inversiones prometidas no llegaron, y la bonanza económica se hace esperar más de los previsto.

La que si tomó nuevo vuelo fue la Justicia, que parece haberse despertado. Gran cantidad de ex funcionarios terminarán el año en la cárcel de Ezeiza, algunos procesados, otros apenas imputados, pero en cárcel al fin y al cabo, esperando por sentencia judicial, algo poco común para el derecho argentino, bien recibido por buena parte de la sociedad, aunque para la mayoría de los juristas se trate de un uso abusivo y varios podrían estar en libertad condicional esperando el juicio.

Para febrero, el Gobierno insistirá con la reforma laboral y el voto electrónico, dos cuestiones resistidas, pero que están en la agenda en el comienzo del 2018. El macrismo considera imprescindible atenuar derechos laborales adquiridos a su criterio abusivos y recurre a ejemplos a veces exagerados para exponer la necesidad de cambio. seguramente encontrará duros escollos y la paz social podría volver a estar amenazada, pero la decisión política está tomada. A pesar de dictámenes negativos del CONICET y que dejó de usarse en varias partes del mundo por su vulnerabilidad, el voto electrónico estará nuevamente en el tapete.

En materia económica sólo se puede esperar más ajuste. Así lo reclama el Fondo Monetario Internacional, que sin sonrojarse sugirió bajar salarios, jubilaciones y programas asistenciales. Hay que ver como reacciona la sociedad ante lo que se viene, el nivel de resistencia de los sectores afectados y la gradualidad que el Gobierno impone a los cambios proyectados, para saber el destino del curso económico y político de lo que vendrá. En el medio, la reelección ya empezó a jugar su partido. Macri quiere, Vidal también, y no hay que descartar a Marcos Peña, candidatos sobran, si el proyecto aguanta.


Fernando Viglierchio
Director periodístico
RosariNoticias 











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