Entonces, queda en manos de las empresas proveedoras de internet de Estados Unidos el determinar si cobrarán un precio diferenciado en función de los contenidos; esto es, si habrá un abono diferencial para acceder con mayor velocidad a ciertas páginas o aplicaciones que requieran más ancho de banda, como Netflix, Youtube o servicios de streaming similares.
La decisión provocó protestas de grupos defensores de derechos del consumidor y otras organizaciones, además de masivas campañas en las redes sociales, antes, durante y después de la votación.