El genocida, con seis condenas por delitos de lesa humanidad, llegó a la clínica Colón cerca de las 18 en una camioneta Fiat Toro blanca patente AB 247 UR. Allí lo esperaba su esposa. Los jóvenes asistentes lo ayudaron a bajar y a sentarse en una silla de ruedas.
Dos horas después los mismos hombres lo devolvieron a su casa del bosque Peralta Ramos, donde la comunidad marplatense repudió su presencia con marchas y actos.
Etchecolatz fue condenado por cientos de secuestros, torturas, asesinatos y apropiaciones de bebés. Hacia él conducen además todas las pistas sobre la segunda desaparición forzada de Jorge Julio López en 2006.