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Primer casamiento igualitario en el Rosedal


El pasado viernes 15 de diciembre, y bajo el riguroso calor del mediodía, el Rosedal del Parque Independencia fue escenario de una unión muy especial: el casamiento de Rosa y Paola, la primera pareja del mismo sexo en contraer matrimonio en ese novedoso espacio habilitado por el municipio para celebrar bodas. Las cuarenta sillas se llenaron de familiares y amigos, una banda en vivo amenizó la ceremonia y el fotógrafo asignado inmortalizó el acontecimiento.

De ese momento a esta parte, cambiaron algunas cosas: cambió la estación, cambió el año y, por supuesto, el estado civil de la pareja. “¡Ya va a hacer un mes! Pasó volando la verdad”, señala Paola, consultada por las novedades de la vida de casadas.

El hecho de haber sido las protagonistas del primer matrimonio igualitario en el Rosedal resulta casi anecdótico cuando se conoce la historia de Rosa (31) y Paola (36), que en 2018 celebrarán diez años en pareja.

“Nos conocimos casi de casualidad. Fue un 15 de agosto”, rememora Paola con precisión envidiable y sigue: “Primero nos hicimos amigas y después empezamos a tener algo”. Hasta allí, el recorrido parece el de cualquier otra pareja. Los primeros encuentros, y con ellos la consolidación de la relación, ocurrieron en el santuario de San La Muerte que ambas visitan.

En aquel momento, Paola se dedicaba al cirujeo y Rosa vivía con su madre. No tardaron mucho en saber que lo suyo sería a largo plazo: el 15 de noviembre de 2010, Rosa compró los anillos y se comprometieron en el mismo lugar donde se habían conocido. En el devenir de los años, la pareja transitó varios ires y venires laborales pero nunca dejaron de pelearla juntas.

Hace dos años, Rosa comenzó a trabajar en un emprendimiento de recuperación de residuos ubicado en Alem al 4000, que depende del programa municipal SEPARE (Dirección General de Gestión Integral de Residuos) y en el cual trabajan dos de los hermanos de Paola. Al año siguiente, se sumó ella también.

Desde entonces, cada día, de 8 a 17, comparten espacio de trabajo. “El trabajo de reciclaje es muy lindo. A nosotras nos re-gusta. No queremos faltar nunca”, señala Paola.Fue en ese espacio, quizás de forma inesperada, donde apareció la idea de unirse en el Rosedal.

“Nosotras decidimos casarnos hace tres años y por una cosa y otra nunca lo podíamos hacer”, cuenta Paola. “Y se nos dio la oportunidad más grande que nos pudieron dar”. Es que fueron Romina y Nicolás, los coordinadores del Programa SEPARE, quienes les contaron de la oportunidad que daba el municipio: por el mismo precio que casarse en el Registro Civil (ochenta pesos), lo podrían hacer en pleno Parque, con toda una ceremonia incluida.

 También fueron ellos quienes se encargaron de consultar disponibilidad y cayeron con una fecha: el 15 de diciembre. Sabiendo que los turnos vuelan (los últimos viernes de cada mes, doce parejas pueden casarse en el Rosedal), la decisión apremiaba.

“Primero dijimos que no y después que sí… porque estábamos mal económicamente y encima nos agarró en el momento en que se venían las fiestas. Pero yo le dije a Rosa: ‘Ya está, gorda, nos casamos y punto. No importa si tenemos o no plata ahora’. Y la verdad es que fue el momento más lindo y más hermoso de nuestra vida”, expresa Paola con alegría. Romina y Nicolás tuvieron su reconocimiento: fueron testigos del casamiento, junto con la mamá de Rosa y la hermana de Paola.“La ceremonia estuvo muy, muy linda.

Estuvieron los familiares de ella, los míos, los compañeros del trabajo. Nos apoyaron muchas personas y estabamos re-orgullosas y contentas”, cuenta Paola.

La pareja convive en zona sur con el nieto de dos años de Paola, hijo de una de las tres hijas de la mujer (que tienen 21, 19 y 18 años). Alquilaban una vivienda hasta cuatro meses atrás, cuando decidieron comprar una casilla a pagar en dos años. Es que todo en la vida de la pareja parece tender a lo definitivo.

“Para nosotras fue y es una cosa hermosa. A pesar de los problemas que tenemos, le damos para adelante y no bajamos los brazos. Ahora sólo queda seguir”, afirma la mujer con convicción. Entonces, al cumplirse un mes de casadas, ¿cambió en algo a la pareja el haber formalizado la unión?

“En realidad, no. Lo que sí, yo siento que ahora tengo más responsabilidad con ella. Pero no sé, para mí es un orgullo estar casada con Rosa. Y ella conmigo. Estamos contentas y felices porque, a pesar de las trabas, tenemos lo nuestro”, dice Paola, dice sin poder ocultar su sonrisa.

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