Acusado de haber recibido un apartamento en la costa de Sao Paulo por parte de una constructora a cambio de favores en contratos con Petrobras, el exsindicalista metalúrgico cumple una pena de 12 años y un mes de prisión en Curitiba (sur).
El líder de la izquierda, a pesar de estar entre rejas y de que su candidatura será muy probablemente invalidada por la justicia electoral, sigue a la cabeza de las intenciones de voto de las presidenciales de octubre.
“Soy candidato porque no cometí ningún crimen. Desafío a los que me acusan a mostrar pruebas de lo que hice para estar en esta celda”, exige. En su tribuna, Lula también rechaza la decisión de una jueza de prohibirle dar entrevistas en su celda.