Uno de los niños recordó su impresión al ver al primer rescatista, después de nueve días en completa oscuridad y sin comida y bebiendo agua de estalactitas. "Cuando vimos al buceador, nos sorprendimos porque no era tailandés. Fue un momento de milagro", recordó.
"Lo primero que les preguntamos a los submarinistas es cuánto tiempo teníamos que seguir en la cueva", agregó otro. "Tenía miedo de no volver a casa. Pero estaba seguro de que mi madre me regañaría", sumó un tercero.