Es que si bien ahora sus vientos soplan a 165 km por hora y bajó a categoría 2 en la escala Saffir-Simpson, el huracán Florence aun es un peligro para quienes viven en la costa este, en los estados de Virginia, Carolina del Norte y Carolina del Sur.
"Puede matar a mucha gente con olas de hasta 4 metros de altura, además de las tormentas tropicales e inundaciones, trae una inmensa cantidad de agua", dijo Brock Long, directivo de la Agencia Federal de Gestión de Emergencias.
Lo cierto es que ya se suspendieron 1.200 vuelos, pero habrá que ver si las tormentas afectan el centro de operaciones de American Airlines en Charlotte (Carolina del Norte) y el de Delta Airlines en Atlanta (Georgia). Florence avanza apenas a 17 km por hora y parecía casi a punto de detenerse.
Permanece a unos 200 km de la línea costera. Tocaría tierra en las próximas 36 horas, en algún momento del día viernes o el sábado. Pero sus vientos ya provocaban olas y lluvias tropicales en los Outer Banks, las islas más lejanas sobre la costa de Carolina del Norte.
Se sabe que al menos 1,7 millones de personas recibieron órdenes de evacuación, en un área que va desde Wilmington (Carolina del Norte) hasta Myrtle Beach (Carolina del Sur). Recordemos que los huracanes se trasladan lentamente, pero en su interior el "campo de vientos" es mortal. A los destrozos del viento huracanado (que puede soplar durante horas en un mismo sitio) se agrega el diluvio de agua.
"El tema es el tamaño total de la tormenta, cuanto más grande y lenta sea una tormenta, mayor es la amenaza y el impacto. Eso es lo que tenemos ahora", explicó Ken Graham, director del Centro Nacional de Huracanes, ubicado en Miami.