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Alemania al borde de la recesión por guerra comercial


La economía alemana cayó un 0,1% en el segundo trimestre del año respecto al periodo anterior, informó este miércoles la Oficina Federal de Estadística (Destatis). Respecto al mismo trimestre de 2018 el crecimiento es nulo. Este retroceso del PIB, segundo en el último año, revive el fantasma de la recesión en el país germano, que ya la evitó por los pelos a finales de 2018.

Asimismo, enciende las alarmas en la zona euro, que podría verse arrastrada por la locomotora europea, en un contexto en el que reina la incertidumbre.

La guerra comercial, la salida abrupta de Reino Unido de la UE –un país que también se contrae–, la crisis del sector automotriz, la inestabilidad en Italia... Los frentes abiertos se acumulan y las economías agotan el crecimiento que las sacó de la última crisis.

“El sector exterior frenó la evolución del crecimiento económico, porque las exportaciones retrocedieron más que las importaciones frente al trimestre anterior”, explicó Destatis en un comunicado en el que resaltó que la demanda interna, el gasto público y la construcción repuntaron entre abril y junio.

En el conjunto de la eurozona el avance de la economía también preocupa. Eurostat ha confirmado este miércoles que el PIB creció un 0,2% en el segundo trimestre, la mitad que el anterior. Alemania, el crecimiento cero de Itailia y el pobre avance de Francia (0,2%) explican el dato.

España mantiene su fortaleza y crece el 0,5%. No por esperado el dato alemán es más fácil de digerir. Todas las mediciones macroeconómicas apuntaban a la desaceleración: en los últimos días se ha conocido que las exportaciones se redujeron un 8% en junio, en el peor dato en tres años; que la confianza inversora está en mínimos desde 2011; que la producción industrial se desplomó un 5,2% en el sexto mes...

La principal causa de la mala evolución de la economía alemana es la guerra comercial entre Estados Unidos y China, que daña el rendimiento de su potente sector exterior y de su industria manufacturera. Alemania sufre un doble golpe en la guerra comercial: de un lado, la depreciación del yuan impide a China mantener su ritmo importador de productos alemanes; del otro, la sempiterna amenaza de Donald Trump de tasar los vehículos europeos golpearía el corazón de su industria.

La industria del motor, principal empleador y exportador del país, tampoco atraviesa un buen momento. A los problemas con los nuevos estándares europeos de emisiones de finales del año pasado se ha sumado una caída de la demanda.

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