Morales, asilado político en México desde el 12 de noviembre, aseguró tener “información de primera mano” de que hay “paramilitares organizados” y “pandilleros y drogadictos pagados” por la derecha boliviana para cometer actos violentos en las calles del país.
Desde las elecciones del pasado 20 de octubre, que desataron una grave crisis en Bolivia, al menos 20 personas han fallecido y más de 500 han resultado heridas en enfrentamientos entre partidarios y detractores de Morales. Según datos de Morales, la cifra sería todavía mayor, pues en esta última semana, tras su renuncia el 10 de noviembre forzada por el acuartelamiento de la Policía y la “sugerencia” del Ejército a que dimita, sumarían cuanto menos 23 muertos “de bala”.
“Hago un llamado a mi pueblo, del campo o de la ciudad; pobres, humildes o pudientes que ostentan el poder económico, a que no podemos estar enfrentados peleando. Quiero que dejen esta confrontación”, reclamó Morales en la entrevista con EFE en Ciudad de México.