En rigor, hoy la cadena es propiedad de los bancos acreedores, principalmente Galicia y Santander, a quienes la empresa les deben unos $4.000 millones. Además, adeuda otros $7.000 millones a sus proveedores, los principales vendedores de electrodomésticos del país.
Las entidades financieras encontraron un interesado en quedarse con la cadena que tiene 200 locales y 5.000 empleados: el fondo Inverlat, que negoció una importante quita con los bancos del 75% y estaban dispuestos a pagar los $1.000 millones restantes. Pero pretenden que Garbarino “cierre” con los fabricantes y le entregue una empresa “limpia”.
En medio de un póquer de negociaciones, se retiraron de la negociación. O al menos eso dicen cada vez que se les pregunta, quizás a la espera de que se encamine el arreglo con los fabricantes. Además, en los últimos días habría aparecido otro interesado: Covelia, una empresa especializada en recolección de residuos e históricamente vinculada a Hugo Moyano. El mercado está lleno de rumores, pero todos coinciden en que la cadena tiene que “arreglar ya”. La analogía con el país y su deuda soberana resulta inevitable.