“Estamos seguros de que pueden detectar COVID-19 y ahora estamos buscando cómo proceder con seguridad para tomar el olor del virus y presentárselo a los perros”, explicó la doctora Claire Guest, de la organización “Perros de Detección Médica” del Reino Unido.
Los perros entrenados son capaces de identificar sustancias químicas conocidas como “compuestos orgánicos volátiles”, vinculadas con enfermedades específicas que se evidencian en la orina humana y las heces.
Además, pueden detectar cambios sutiles en la temperatura de la piel, clave para saber si alguien tiene fiebre. Existen perros que fueron entrenados para diferentes tareas. Muchos de ellos se especializan en rastrear el olor de personas desaparecidas, estupefacientes o explosivos escondidos, cadáveres, infecciones bacterianas, enfermedades como la malaria, el cáncer o trastornos como el Parkinson, las convulsiones y los ataques de epilepsia.
Creen que, trabajando de forma intensiva, los animales podrían estar listos para dar diagnósticos en seis semanas. “El objetivo es que puedan evaluar a cualquier persona, incluso a aquellos que son asintomáticos. Esto sería rápido, efectivo y no invasivo”, agregó Guest.