La sociedad NanoScent, una empresa emergente especializada en el análisis de olores gracias a algoritmos y basada en Misgav, norte de Israel, desarrolló una prueba similar a los test de alcoholemia.
La diferencia recae en que hay que expirar por la nariz a un tubo ubicado en una de las fosas nasales.
El tubo es conectado a un pequeño aparato que zumba ligeramente al aspirar el aire, y a su vez, este está conectado a un celular.
En escasos segundos, el resultado aparece en el teléfono: “COVID-19 negativo”.
La empresa analizó el aliento de miles de israelíes infectados e identificado luego los olores específicos de quienes son portadores del virus. “Se puede detectar quién es, o quién podría estar contaminado por el virus”, explicó Oren Gavriely, director general de NanoScent.