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"Sarna" con gusto no pica, pero deja acéfala y sin rumbo a la Policía local

La Policía de la provincia de Santa Fe se encuentra acéfala desde el pedido de licencia de comisario Sarnaglia, investigado en un supuesto caso de sobornos como derivación de la causa de los fiscales, donde aparece mencionado bajo el seudónimo de "Sarna", por involucrados en la investigación que sacó el jefe de los acusadores y algunos de sus miembros. 

 Cumpliendo con la vieja táctica política de no ceder a presiones de desplazar funcionarios hasta que se acallen las voces acusadoras, el gobernador Omar Perotti lo aguantó hasta ayer, pero el funcionario terminó dando un paso al costado que en los hechos ya había dado hace algunos días atrás, el ingreso de la licencia fue solo una formalidad.

Mientras tanto, el delito recrudece en la provincia, se multiplican los robos, arrebatos, asesinatos, los sicarios están a la orden del día, se disputa territorio narco a sangre y fuego. La droga llegó para quedarse al sur provincial, que dejó de ser un lugar de consumo y tránsito para transformarse en sitio de producción y tráfico. 

El menudeo de marihuana principalmente dispersado por las villas de la ciudad dio paso a cocinas de cocaína, bunkers diseminados por toda la ciudad, a la vista de todos, con connivencia policial, amparados incluso para despojar de sus viviendas a ciudadanos que deben dejar su hogar ante la amenazada narco. Los contadores y abogados se encargan de blanquear los activos y morigerar las causas y Rosario se convirtió en Medellín. 

Desde que se abolió la prostitución como delito en la provincia, el juego clandestino y la comercialización de estupefacientes fueron las cajas predilectas de la fuerza policial y la política, que está detrás para brindar protección o complicidad. A nadie en su sano juicio se le ocurre que los uniformados pueden ignorar donde se vende droga en el barrio siendo que todos los vecinos, aún los distraídos lo conocen. 

El ministro de Seguridad, Marcelo Saín describió hace pocos días que el consumo de cocaína se traslado de clase social y hoy es materia casi exclusiva de la alta sociedad, por su alto valor. Claro que hay miles de jóvenes en la ciudad que no pertenecen a la élite económica y están dispuestos a ingresar al mundo delictual para satisfacer sus ansias de pertenecer, aunque sea por un rato a los que tiran rayas en sus tarjetas de crédito gold. 

Esto provoca que esta nueva clase social sea barata para la comisión de delitos, por un lado ejecuta robos y arrebatos, habitualmente en moto, los celulares son sus objetos predilectos, ya que hay una amplia organización que los comercializa, los blanquea y los pone nuevamente en el mercado. 

En algunos barrios de Rosario es más fácil conseguir un celular robado que un kilo de pan. Mujeres y distraídos son los principales apuntados, pero no los únicos. Muchos de los ocasionales ladrones actúan bajo los efectos de los estupefacientes y las consecuencias suelen ser indeseadas, aunque se entreguen los objetos sin ofrecer resistencia. Ayer nomás, un ladrón disparó contra un joven que le había entregado segundo antes cuanto llevaba encima. 

El gobernador había prometido en su campaña electoral poner orden en la provincia, con spots publicitarios donde se veía un despliegue de fuerzas del orden desplegando operativos que nuna sucedieron. Alguien podría pensar que siendo el mandatario local de la misma fuerza política que el Gobierno Nacional llegarían fuerzas federales que pondría fin al delito organizado, sucedió a cuentagotas, y nada cambió. 

A tan solo nueve meses de asumir, como su antecesor Bonfatti, Perotti tiene desplazado a su jefe de Policía vinculado a causas ilegales. La situación no mejoró, con números en la mano podría decirse que incluso se agravó.

Sólo una breve pausa en la escalada delictual producto de la pandemia, el distanciamiento social y la falta de gente en la calle para robarla colaboran en maquillar algo las cifras. Con la "nueva normalidad", el delito recrudeció, se apoderó otra vez de la calles y nada hace suponer que retrocederá, si no se toman medidas de fondo, todo será igual.    

        

   



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