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La clandestinidad pasó a ser la nueva normalidad en la ciudad

Mientras el sistema sanitario soporta todavía altos índices de ocupación, la cantidad de contagios no baja significativamente, y la falta de control es una constante, un numeroso grupo de personas encabezada principalmente <pero no exclusivamente> por jóvenes y otras de mediana edad ha decidido que el tiempo de confinamiento ah finalizado por completo y no se priva de ningún tipo de salida, salvo aquellas que están vedadas, que fueron mutando en la mayoría de los casos a la clandestinidad. 

Entre los menores de 29 años, los casos de coronavirus se multiplicaron por cuatro entre la primera semana de octubre y la misma fecha del mes pasado. Las fiestas nocturnas clandestinas, los partidos de fútbol clandestinos, las juntadas nocturnas en domicilios particulares o en plena vía pública, los paseos por parques y corredores, la realización de ejercicio físico más allá de los límites permitidos, las compras, las idas al centro, y todo tipo de transgresiones su volvieron ya una normalidad.

En la zona céntrica no hubo un solo lugar para estacionar durante el fin de semana largo, sin Estacionamiento Medido ni carriles exclusivos, la gente se volcó masivamente a realizar compras con el Día de la Madre como principal objetivo. Por el bien de los alicaídos comercios es una buena noticia, pero no tanto desde lo sanitario. Los shoppings de la ciudad tuvieron también una masiva concurrencia, apoyados por las promociones con tarjetas, miles de personas se agolparon en los negocios, con algo más de control por parte de los propios comerciantes es cierto.  

El bulevar Oroño retomó su ritmo habitual, con el atardecer, miles de personas se volcaron a recorrerlo de ida y vuelta y no se trataba solo de vecinos que haciendo uso de sus metros de cercanía utilizaban el corredor, de lo contrario estaríamos ante una inusitada migración no advertida. La zona de la Costa Central también recibió a miles de personas, la mayoría utilizando barbijos, pero otra no, (lo llevaban de cuellera en algunos casos) en la zona de La Florida, donde hubo miles de jóvenes reunidos tomando el primer sol de primavera, al aire libre es cierto, pero sin guardar el debido distanciamiento social. y eso se reprodujo hasta el hartazgo por redes sociales.  

Casi todos quienes juegan al fútbol o lo hacían con cierta frecuencia antes de la pandemia, han recibido por parte del grupo de pertenencia por Whatssapp alguna invitación a disputar algún encuentro a puertas cerradas, sin hacer tanto barullo, los complejos que tanto la están sufriendo fueron de a poco sumándose a la clandestinidad general y permiten disputar encuentros a puertas cerradas, sin utilización de los vestuarios, y en canchas que no den al exterior. 

La Municipalidad ha perdido por goleada en esta lucha, solo alguna clausura en los desbordados bares de Pichincha, detenciones de automóviles circulando fuera de horario, en porcentajes mínimos, pero en general, podría decirse sin temor a equivocarnos que es el gran ausente. Los agentes públicos se vieron absolutamente desbordados, cuando la transgresión se hace costumbre, es difícil aplicar justicia sobre alguien y hacerle pagar el pato por lo que hacen centenares de miles. 

Será complejo que la ciudad vuelva a tener menores índices de contagios con este nivel de actividad. El gobernador y el intendente podrán disponer lo que quieran, que la gente en general ya no respeta normas. Hay un notorio relajamiento de lo no permitido, más allá de lo que se permita oficialmente, por más propaganda estatal que se difunda, por más consejos por parte de autoridades sanitarias que se den, solo la conciencia social podría revertir el presente estado de cosas y eso, está muy lejos de suceder.  

 




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