El Hostel Posada Juan Ignacio es un alojamiento de jóvenes ubicado en Tucumán al 2500 del coqueto barrio de Pichincha. Allí en una bonita casa de estilo, con un bello patio y pileta de natación en el fondo de la propiedad se desarrolló anoche, por segundo sábado consecutivo una masiva e interminable fiesta clandestina, con música electrónica a alto volumen que duró hasta las 8.30 de hoy.
Pasaron por la propiedad unas doscientas personas, algunas iban "de paso", se quedaban un rato y luego continuaban su camino. Otras, permanecían por largas horas en la propiedad. Los autos en la puerta del establecimiento iban renovándose. Viven habitualmente un numeroso grupo de hombres, al que se sumaron gran cantidad de mujeres, bailaron, charlaron, comieron y bebieron hasta que el sol de la mañana les dijo basta y recién ahí los sufridos vecinos pudieron descansar.
Infructuosos fueron los numerosos intentos llamando a cuanto organismo de control exista. Tanto sea de la Policía provincial como las áreas de Control y Convivencia de la Municipalidad de Rosario. Nunca en la prolongada fiesta se acercó un móvil, de ninguna índole para recordarles a los jóvenes que la actividad se encuentra prohibida, que no está permitido organizar fiestas masivas en medio de la pandemia, que un Hostel no puede convertirse en una confitería bailable y que rigen restricciones de distanciamiento social y uso de barbijos, que de más está decir, brillaron por su absoluta ausencia.
Bueno sería conocer fehacientemente cual es el motivo de semejante omisión, o será que La Posada goza de privilegios que otros rubros no tienen, si hay connivencia de las autoridades o si las áreas de control decidieron finalmente dejar todo librado al irresponsable arbitrio de gente a la que el respeto por los demás y el cumplimiento de la reglas Covid les importa poco. Alguna autoridad debería brindar explicaciones.
