Si de diversión se trata, el Hostel "Posada Juan Ignacio" de Tucumán al 2500 ya se ha convertido en un clásico de los fines de semana. Centenares de jóvenes se agrupan en patio pasada la medianoche y dan rienda suelta a la alegría, la música, las bebidas y la diversión hasta el amanecer. La semana pasada, la fiesta duró hasta las 8.30, sin que ninguna autoridad se hiciera presente, a pesar de los reiterados llamados de los vecinos que nunca pudieron conciliar el sueño.
En la madrugada de hoy, sobre las 5.30, cuando todavía sonaban Chino y Nacho a todo volumen, se apersonaron en el lugar agentes de Control Urbano en dos móviles, custodiados por tres agentes motorizados de la Policía provincial, para poner fin a la fiesta clandestina, la cuarta desde el miércoles a la noche.
La música cesó de inmediato, y tras algunos minutos de diálogo entre autoridades y exaltados fiesteros, que en medio de su borrachera reclamaban no ser detenidos, los ánimos se fueron calmando. Con el correr de los minutos todo fue volviendo a la normalidad, el Hostel volvió a ser un lugar de alojamiento y descanso y dejó de lado el rubro confitería bailable o salón de fiestas que utiliza en el último tiempo. Deberían sus propietarios pedir el cambio de rubro en la Municipalidad, a fin de evitar posibles sanciones o clausuras.
Desconocemos hasta acá si se labraron las actas correspondientes, o si solo se trató de un simple llamado de atención. La reiteración de este tipo de faltas en pandemia, es un problema, sin dudas, aún fuera de ello, nadie tiene el derecho de producir ruidos molestos sin ningún tipo de regulación, y no estando habilitados para ello.
