Los incendios en las islas frente a Rosario son un fenómeno provocado por la sojización que han sufrido los campos de nuestro país en los últimos años y el traslado de ganado vacuno a la zona de islas para desocupar terrenos para darle lugar el monocultivo tan rentable en dólares para el sector agropecuario.
El humedal del río Paraná ha sido literalmente arrasado por el fuego, los focos ígneos se multiplican con la la complicidad de autoridades políticas y judiciales que no parecen comprender el daño ecológico y ambiental que esta práctica provoca para la flora y fauna autóctona, además de perjudicar seriamente la salud de la población aledaña.
Hace unos meses, cuando la situación se tornaba insostenible y Rosario se parecía bastante a Londres, comenzaron las reacciones estatales, el presidente, Alberto Fernández visitó la zona, llegaron unidades del Plan Nacional del Manejo del Fuego, se aprobó una ley por iniciativa de Máximo Kirchner para impedir el cambio de uso del suelo de terrenos inundados, llegaron los helicópteros, el ministro Cabandié, el intendente descargaba su furia vía Twitter prometiendo el infierno a los piromaníacos e incluso medios locales interpelaban a autoridades entrerrianas sobre el poco compromiso con la problemática.
El tiempo pasó, los momentos del ciclo ganadero parecieron favorecer a los rosarinos que pudimos descansar algunos meses de respirar un aire totalmente viciado. Pero, eso parece haber llegado a su fin hace algunos días los incendios retornaron, desde la tarde hasta la madrugada se puede oler un aroma a quematina persistente y a nadie parece importarle el tema. Hay una ausencia absoluta de reacciones oficiales. Nadie dice nada, todo el mundo se llamó a silencio. "Ya está, las islas se incendian, y si no te gusta mudate", parece ser el mensaje.
Ni el intendente gastó uno de sus tuit señalando que "iría hasta las últimas consecuencias para encarcelar a los responsables". Tampoco desde la provincia se armaron operativos para mitigar el fuego, el tema parece haber desaparecido llamativamente de la agenda pública. Ya nadie se saca fotos vestido de bombero, ni con una pala sin uso en la mano. Alguien deberá dar explicaciones, quizás hay motivos que nosotros, no llegamos a entender.
