Arancedo remarcó en la previa a la Pascua que la celebración "siempre es comienzo y esperanza de una vida nueva" y en esa línea subrayó: "No puedo de dejar de pensar en esta Pascua en tantas víctimas de la violencia que nos hablan de una sociedad enferma que ha perdido el sentido del valor y del respeto por la vida".
"Esto nos duele y avergüenza, pero no nos debe vencer ni bajar los brazos respecto a la dignidad y defensa de toda vida humana, como la búsqueda de la verdad y la justicia, del amor, la concordia y la paz. Pascua es el sí de Dios, dado en Jesucristo, que refuerza nuestra esperanza y alienta el compromiso con estos ideales", agregó.
En este contexto pascual, el prelado lamentó los "desencuentros" que se viven en el país y que a los argentinos les cueste encontrarse "desde la diversidad". "Un país dividido no encuentra ni da soluciones a los problemas de la gente, especialmente de los más necesitados. Es necesario y urgente recrear una cultura que tenga su fuente en el diálogo y el respeto, en la honestidad y la ejemplaridad, en el marco institucional de los poderes del Estado, como expresión de una auténtica vida en democracia", subrayó.