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En la foto que acompaña la presente reflexión, se observan diputados de distintas vertientes juntos, abrazados, festejando una victoria pasajera, que más temprano que tarde será derrota, efímera, pero victoria al fin. La única posibilidad de imponerse hoy era asegurando la no sesión, un mecanismo parlamentario que no por viejo y arcaico deja de ser eficaz, pero no es perdurable, los parlamentos están para sancionar leyes, y esa es su tarea específica.
Nicolás del Caño, cuya indecisión para apoyar al candidato del Frente para la Victoria en 2015 le dio a Mauricio Macri la posibilidad de gobernar el país, Alejandro Grandinetti, el periodista rosarino que llegó al parlamento con críticas al kirchnerismo por la ancha avenida del medio, Felipe Solá, un histórico de la cámara baja que pasó por lejanías y cercanías con el poder del PJ y Alejandra Rodenas, que llegó a ser legisladora en la misma lista que Rossi, y se separó de él antes de asumir.
También está Lucila de Ponti, perteneciente al Movimiento Evita, que tomó cierta distancia del kirchnerismo, incluso tuvo diálogo con el Gobierno, pero respondió a sus fuentes naturales para la ocasión. No podía faltar Facundo Moyano, el hijo del ex líder sindical que se hizo un tiempo entre sus rubias debilidades para llegarse hasta el Congreso y también oponerse al saqueo.
Además también está el ex ministro de la producción de Miguel Lifschitz, Luis Contigiani, primer candidato por el socialismo en la provincia, cuyo jefe político rubricó el pacto fiscal, viajó con Macri a Estados Unidos para buscar inversiones en la región central, pero sin embargo, el flamante legislador se mantuvo fiel a sus convicciones, y rechazó votar contra un nuevo régimen previsional que se calcula les sacará a los abuelos cerca de cinco mil pesos del bolsillo durante el año próximo.
En medio de todos ellos, Agutín Rossi, flamante presidente de la bancada kirchnerista, junto a Axel Kicillof, referente económico del gobierno anterior, cuyos principales referentes están presos y desfilan por Comodoro Py, <en la cacería judicial más importante de la historia argentina que se recuerde>, capitaneando una resistencia heroica efímera, pero que les permitió codearse nuevamente con sectores políticos que habrían perjurado no compartir ni un mate con ellos.
Así, el oficialismo convirtió al parlamento en el foco de resistencia impensado hace apenas semanas, cuando asumían sus diputados y quedaban al borde del quorum propio. Nadie puede alegar su propia torpeza para el derecho argentino, pero ellos, tenían todo para ganar, se impusieron con comodidad en las elecciones legislativas de medio término, derrotaron a Cristina Fernández, el único cuco político que a esta hora los desvela y ahora, trastabillaron por su propia impericia, y habrá que ver si esto no genera a la larga una oposición seria, más allá que seguramente lograrán avanzar por la caja pretendida, quitarle dinero a los viejos para empezar a pagar los intereses de la deuda interminable que generaron en tan sólo dos años de mandato. No los unió el amor, sino el rechazo a un plan siniestro.
Fernando Viglierchio
Director periodístico
RosariNoticias
