En el caso Caputo, lo que generaba polémica era que desde el 10 de marzo de 2017 ejercía como cónsul honorario de un país extranjero en la Argentina, para el que promovía su comercio e inversiones.
Además, contaba con el aval del Congreso que aprobó el año pasado esa misión. Es que el problema radica en que presentaba conflicto de intereses, teniendo en cuenta su amistad con el expresidente y por sus vínculos empresariales con Asia.