Ayer se produjo la cuarta salidera bancaria en menos de un mes en la ciudad de Rosario. Tras perseguir por algo más de cien cuadras a un vehículo que se había alejado raudamente de la zona bancaria, delincuentes armados le extrajeron una importante suma de dinero a un hombre que la había extraído de una entidad bancaria.
La modalidad es siempre la misma, alguien que tras los muros dispuestos por el Banco Central extrae efectivo de una ventanilla, un sujeto que lo apunta, otro que lo marca afuera del banco, la persecución, disparos, boleta.
La Policía no ha resuelto la gran mayoría de este tipo de delitos, alegan dificultades operativas, pero tampoco resuelve otros. Es más, a esta hora muchos sospechan de cierto grado de complicidad policial con el accionar, ya que los únicos que pueden utilizar teléfonos y handies dentro de las entidades bancarias son los uniformados.
Por robos de carteras, arrebatos, escruches y otros delitos considerados "menores", ya ni se toman las denuncias. Están demasiado ocupados con los asesinatos diarios que padece la ciudad que es record a nivel nacional, pero todavía no resolvieron ninguno.
El ministro de Seguridad y el jefe de Policía por estas horas se reúnen con taxistas para asegurarles que no volverán caer compañeros en cumplimiento de su tarea. También a ellos los matan por dos pesos. Colectivos de la ciudad tienen que ingresar algunos barrios acompañados de un efectivo policial.
El delito nos ha superado, estamos perdiendo la batalla contra la delincuencia por goleada. No corremos riesgo de descenso, pero en este caso la vida de todos nosotros está en juego, no es poco y las autoridades deberían tomar urgentes cartas en el asunto.
Durán
