
Tras la interna que Binner les ganó claramente, emprendieron un retiro estratégico, y decidieron no confrontar en la pública, pero puertas para adentro están dispuestos a defender sus espacios ganados.
Por eso no extrañó que "Pechito", empiece a empapelar las calles de Rosario y Santa Fe con un afiche que los define como "el mejor senador del año", premio al que ya está abonado, ya que nadie pone en duda su actividad legislativa.
El cargo que actualmente ocupa el jefe de la fracción sediciosa, es uno de los que se pondrá en juego el año próximo, ya que en Santa Fe vencen los mandatos de los tres senadores nacionales, Giustiniani, Reutemann y Latorre. Algunas voces socialistas afirman que Binner ya le prometió a Bonfatti que será el candidato a suceder a Giustiniani, ya que no tendrá posibilidad de reelección.
A Miguel Lifschitz ya lo apuntaron para suceder a Bonfatti en la Casa Gris, no precisamente por que le tengan simpatía, sino por que el ex intendente de Rosario tiene una imagen positiva muy alta, sobre todo en el sur de la provincia con la que no están dispuestos a confrontar.
Además de esa forma se aseguran que el rival interno sea uno solo, al que confía en vencer. Giustinani, que ve venir la jugada, se mostró días atrás junto a Pino Solanas por cuanto medio estuviera dispuesto a entrevistarlo, quizás buscando apoyos por afuera que no tiene por dentro.
Al panorama interno habría que sumarle que el radicalismo provincial no está dispuesto a ser eternamente furgón de cola del partido de la rosa y apuestan a la alternancia en el poder, dentro del Frente Progresista, del que son una pata fundamental. De la mano de un numeroso grupo de dirigentes jóvenes, y otros no tanto, la UCR está en condiciones de dar pelea en 2015, total, dicen que el peor intento es el que no se hace.
En Rosario es donde es socialismo está más debilitado. La administración Fein es sin dudas la peor de las intendencias socialistas y encima ya no cuenta con mayoría parlamentaria propia para imponer sus proyectos ni constantes incrementos de tarifas y tasas.
Ahora deben recurrir permanentemente al consenso, algo a lo que ya no estaban acostumbrados. La torpeza cometida sobre fines del año pasado, de querer desplazar por la fuerza a Zamarini de la presidencia del Palacio Vasallo para poner a Cappiello, dejó secuelas con las que deberán lidiar. El dirigente de mil batallas se pintó la cara, buscó el apoyo de otros pares y les arrebató la ilusión de correrlo de un plumazo.
En el otro lado del mostrador, el Partido Justicialista tampoco las tendrá fácil, hay intensas reuniones para conformar la grilla del 2015, incluso entre sectores que para afuera no se hablan, pero eso será motivo de análisis de futuras notas en esta sección.
Fernando Paulo Viglierchio