La fuga de 32 presos de la comisaría 15° de la ciudad de Rosario, desnuda una de las promesas incumplidas del gobernador de la provincia, Antonio Bonfatti, la de sacar a todos los presos de la comisaría y ponerlos a disposición del Servicio Penitenciario. Además, el paso a disponibilidad de los policías pone al descubierto la connivencia con los delincuentes.
En su defensa podrá decirse que eran tan sólo tres efectivos <incluido el comisario> al momento en que fueron sorprendidos cuando se aprestaban a darles la comida. De todas formas, tres personas para "cuidar" a casi cuarenta presos no parece el número adecuado, menos si no están especializados ni se encuentran capacitados para el cuidado de detenidos.
Es cierto que la provincia no tuvo la celeridad necesaria para la construcción de nuevas cárceles donde alojar detenidos, pero también es verdad que ante cada intento, se chocó con la resistencia de la gente. En política suelen decir "a todos nos gusta el circo, cuando no está frente a nuestro domicilio".
"Las cárceles serán sanas y limpias, y no para castigo de los detenidos sino para su reinserción en la sociedad", nada más lejos de la realidad, acinados en un calabozo, donde priman los códigos carcelarios por sobre los valores reales, condenados a a no hacer nada, difícilmente puedan tener un futuro mejor.
Las autoridades políticas deben dar respuesta a esta penosa situación. Sin dudas la seguridad es uno de los mayores flancos que se le pueden achacar al gobierno socialista. Desde ayer, una veintena de delincuentes deambula nuevamente por Rosario, con la peligrosidad que eso conlleva, las tareas de captura dieron resultados parciales, habrá que seguir trabajando sobre ellas.
Antes de dejar su cargo el gobernador deberá hacer de su promesa una realidad. Le queda algo más de un año de mandato, todavía está a tiempo de saldar una deuda pendiente, y deberá poner su mayor esfuerzo para cumplirla.
Durán

