Días atrás, las fuerzas de seguridad tomaron el control del complejo de manos de los militantes y lo estaban usando como punto de apoyo en una ofensiva que apunta a cortar las líneas de suministro de Estado Islámico desde la zona de Samarra hacia la provincia de Anbar, en el oeste de Irak.
La capital de Anbar, Ramadi, fue capturada por los insurgentes hace dos semanas, en lo que fue el revés más importante para las fuerzas iraquíes desde que una coalición liderada por Estados Unidos comenzó a bombardear al grupo extremista durante el último verano boreal.
El primer ministro de Irak, Haider al-Abadi, prometió lanzar una rápida contraofensiva para recuperar la ciudad, pero grupos paramilitares chiíes que se han hecho cargo de esa operación señalan que primero deben eliminarse algunos bastiones de los militantes de Estado Islámico en la provincia de Salahuddin.