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Un acuerdo escrito en el agua para disimular su inminente primer revés legislativo


El Gobierno salió presuroso a cerrar con empresarios "amigos", un acuerdo por 90 días para intentar frenar la inminente sanción legislativa del proyecto de ley que viene del Senado, en una puesta en escena que busca retomar la iniciativa política, y mostrarse preocupado por un tema que la gente señala como su principal causa de desvelo en cuanta encuesta de opinión se le pone en el camino, el empleo.

Desde su gestión, la problemática laboral superó con creces a la inseguridad, la falta de libertad para comprar divisas extranjeras y la corrupción, algunos de sus principales ejes de campaña, que rápidamente fueron dejados atrás por un nuevo fenómeno, producto de la política llevada adelante por el Gobierno.

A pesar de negarlo sistemáticamente durante las últimas semanas, e incluso afirmar que desde su gestión se crearon 60 mil trabajos nuevos, dato basado en las altas tempranas del AFIP, sin considerar las bajas, el Gobierno tuvo que salir a operar en un tema por el que hasta ayer negaba estar preocupado.

La Revolución de la Alegría vino plagada de desempleo, y esto recién comienza. Al vaciamiento de programas como Conectar Igualdad, el desmantelamiento de la construcción de satélites, el  desmembramiento de los Centros de Acceso a la Justicia (CAJ), Centros de Documentación rápida y el consiguiente despido de agentes estatales <trabajo basura>, al que piensan reemplazar por "empleo genuino", le siguieron despidos en empresa privadas, que ante el menor signo de recesión no dudaron en prescindir de trabajadores.

Los empresarios, sí esos mismos que hoy firmaron el convenio, y que fueron favorecidos por la política económica de Macri, que les dio un dólar alto para exportar, un tipo de cambio de un cincuenta por ciento más en apenas cuatro meses, les abrió las exportaciones y les marcó la cancha con paritarias por debajo de la altísima inflación, y le respondieron aumentando los precios de forma desorbitada y sacando divisas en vez de invertirlas en el país, que despidieron trabajadores que ya no necesitaban porque ya no era negocio producir, sino importar, hoy le tiraron un salvavidas al Gobierno, cuando comenzaba a ponérsele fea la cosa.

El "compromiso por el empleo", no es más que una carta de buenas intenciones, que no tiene el peso de una ley, que no cierra la posibilidad a los despidos <tampoco lo hace la norma que trata el Congreso>, que no establece sanciones para quienes la incumplan. Además no perdieron la oportunidad de llamar "cepo al trabajo" a la norma propuesta por la oposición y que ellos rechazan, ya que extiende el período a 180 días mientras que el convenio con el Poder Ejecutivo es sólo por 90.
Además como señaló Recalde, "una cosa es no reducir la plantilla y otra es reemplazar a los viejos por nuevos", es decir no implica no despedir, y en caso de hacerlo, será sin doble indemnización.

No fue por amor ni por convicción, se trató de mera conveniencia. Cumplidos esos plazos y quizás antes, estarán listos los telegramas de despido para salvar la economía empresarial de la debacle económica. Ahora lanzarán un plan de creación de empleo reactivando obras públicas frenadas desde noviembre, con la promesa de crear más de doscientos mil empleos. El presupuesto nacional lo preveía, la erogación que anunciarán ya estaba prevista, a pesar de que se haga con bombos y platillos, no es más que cumplir con la meta presupuestada, nada extraordinario aunque la prensa adicta lo destacará como el salvataje económico del modelo.

El plan económico cierra con un 20% de desocupados o algo más, para volver al trabajo un valor preciado, degradar derechos conquistados, que los trabajadores se resignen a perder poder adquisitivo y de esa forma, bajar el "costo laboral", que como el mismo Macri dijo, cuando ni pensaba ser algún día presidente  "hay que bajar los costos, y los salarios, son un costo más".

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