"Ya fuimos por separado en otras elecciones, y el Frente Progresista sigue firme", se escuchó decir. "No nos sumaremos a la estrategia de la derecha", reclamaron sectores internos del propio radicalismo. "La UCR debe dejar de cobrar por dos ventanillas", acusaron desde el PRO. Y hasta se se esbozó que el macrismo era oficialsita en Rosario, aliado al PS, y no recibía igual trato en lo concerniente a lo nacional, vociferó un reproche.
Lo cierto es que la catarata de declaraciones cruzadas, acusando al socio de ser ambivalente y no definirse por una u otra opción calaron hondo en el propio radicalismo, donde marcadamente están quienes quieren subirse a la cima de la ola gobernante y aprovechar para obtener algunos cargos y quienes prefieren mantenerse a distancia prudencial presagiando que la crisis económica impactará electoralmente en 2017.
Las legislativas del año próximo serán una prueba de fuego para Macri, sin dudas tener un Congreso a favor ayudará a poner en práctica la profundización del brutal ajuste, que para algunos de sus integrantes fue demasiado tibio y se quedó a mitad de camino. El Gobierno ya demostró que no dudará en aplicar veto sobre aquello que no coincida y el personalismo del Ejecutivo se podría imponer sobre el ímpetu legislativo opositor.
El radicalismo, que desde hace rato perdió el timón de la conducción política, y no está en condiciones de ser protagonista, acompañó parcialmente al kirchnerismo, con Cobos a la cabeza, luego formó parte de la estrategia opositora de Cambiemos para sacarlo del poder, y ahora duda si volcarse de lleno a apoyar a un gobierno conservador o ponerse del lado de quienes mantinen prudencial distancia, para intentar ser alternativa en caso de un eventual gubernamental.
Puertas adentro, el radicalismo deberá definir sus aspiraciones políticas y volver a las fuentes para intentar ser protagonista. Los dirigentes acomodaticios, a los que cualquier estrategia que los acerque al calor del fuego poder central los deja bien parados, a quienes prefieren mantener en alto sus banderas, no renunciando nunca a ir por donde sus convicciones los coloquen.
Dejarse tironear por otros partidos de las solapas, endilgándoles infidelidades promiscuas hablan a las claras de falta de personalidad propia, de un partido centenario, de profunda raigambre democrática y protagonista de la historia nacional.