Los religiosos que dejarán sus cargos son el obispo de Osorno, Juan Barros; de Valparaíso, Gonzalo Duarte García de Cortázar, y de Puerto Montt, Cristián Caro Cordero, quienes junto a otros 31 obispos habían presentado su dimisión a Francisco en mayo pasado, cuando se reunieron con él en el Vaticano.
Al presentar sus renuncias, los obispos chilenos reconocieron que habían cometido "graves errores y omisiones" ante las denuncias de abusos. Tras aceptar las renuncias de estos tres religiosos Francisco nombró administradores apostólicos "sede plena" en las tres diócesis.
El Directorio para el Ministerio Pastoral de los Obispos "Apostolorum Successores", establece que "en circunstancias particulares, la Santa Sede puede, de manera extraordinaria, disponer que en una diócesis sea nombrado un administrador apostólico sede plena".
Conocida la decisión, el obispo destituido Juan Barros publicó una carta en la que se despide de la diócesis, da las gracias a quienes le apoyaron y pide “con humildad" disculpas "por mis limitaciones y lo que no pude lograr”.
“Empieza un nuevo día en la Iglesia Católica de Chile! Se van tres obispos corruptos y seguirán más”, tuiteó hoy Juan Carlos Cruz, una de las primeras víctimas en levantar la voz contra el padre Fernando Karadima, quien presentó su testimonio a Francisco en mayo pasado.