La devaluación de la moneda norteamericana afecta de lleno a los asalariados, que aún con clausulas gatillo, corren detrás de la inflación, ya que perciben sus incrementos dos meses después del aumento real de los precios, ya que deben esperar la publicación por parte del INDEC de los índices inflacionarios y el correlato a sus haberes.
Se calcula que la pérdida del poder adquisitivo de los salarios en el año está cercana al 7%, de acuerdo a mediciones privadas. La recesión económica y el alza de precios se agudizan, complicando la economía familiar. El valor de la moneda norteamericana marca esencialmente la suba de los combustibles, y de todas aquellas actividades relacionadas a componentes extranjeros.