“Una escuela es una obra de amor extraordinaria maravillosa que se renueva cada día con los maestros y los alumnos. Mi afecto y mi reconocimiento eterno a todos los que son parte de este gran equipo que conduce Ignacio", indicó el gobernador.
“Es difícil separar a la escuela del padre Ignacio, un sacerdote que llegó hace tanto años a la ciudad desde la otra parte del mundo. Hoy es el rosarino más reconocido por su trabajo, por su compromiso, porque derrama afecto, buena onda, buenas obras”, dijo Lifschitz.
Por su parte, el padre Ignacio expresó: “Hace más de 40 años que comparto este sueño de la educación con esta escuela. Todas las obras las comenzamos sin plata pero gracias a la colaboración de todos ustedes estamos acá. Mi vocación comenzó con la educación; decidí ser sacerdote para trabajar con la juventud, la mejor herencia que podemos dejar es la educación; el mejor regalo para una persona es educar. Formamos con amor seres humanos para hacer un mundo mejor”, afirmó.
Durante el almuerzo, que tuvo lugar en el salón Punta Barranca, acompañaron al gobernador y al padre Ignacio, la intendente de Rosario, Mónica Fein; y la ministra de Educación, Claudia Balagué; junto a empresarios, colaboradores y toda la comunidad educativa.