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El partido comenzó con dos errores arbitrales groseros, igual que como terminó. En la primera pelota, Ortiz tomó a un rival de la camiseta dentro del área, el árbitro debió marcar penal, pero omitió la sanción. En la siguiente, Carrizo recibió un duro golpe en la cara, que debió ser expulsión, pero nuevamente Lamolina hizo caso omiso y sólo amonestó.
Después Central manejó mejor el balón, pareció sentirse cómodo esperando, y Patronato se paraba de contra, pero siempre complicaba con pelotazos largos. Promediando la etapa, el local comenzó a ganar más el balón. Carrizo metió un caño, Parot dejó un rival en el camino cambiando de pierna, y sacó un remate combado con la derecha, que se estrelló en ambos palos de Fértoli y se fue afuera.
Patronato tuvo fortuna en la primera conquista, Carrizo quiso sacar una pelota del área, rebotó en la espalda del rival y Barceló la tomó de volea y venció a Ledesma para marcar el primero de su cuenta personal. Los de Bauza sintieron el golpe y les costó recomponerse, sufrieron los últimos minutos de la etapa y el local tuvo ocasiones para aumentar.
En el comienzo del segundo, Herrera puso la cabeza ante un centro desde la derecha y de pique al piso anotó el empate. Central se agrandó y pareció poder ganar el partido, ante un Patronato que no encontraba juego. Zampedri picó al gol habilitado por Gil, ingresó al área y cuando enfrentaba a Fértoli envió su remate desviado por el primer palo, cuando el manual indicaba intentar cruzarla.
Cuando todo parecía empate clavado, fatídicamente, en la última pelota del partido, el Colorado Gil intercepta con la mano un centro, el árbitro marca infracción y en el centro del final, en evidente offside, nuevamente Barceló, esta vez de cabeza vence a Ledesma y pone el 2 a 1 definitivo.
El DT auriazul, Edgardo Bauza pende de un hilo, acumula su sexto partido sin victorias, y su suerte parece estar ligada al partido con Newell's el próximo jueves. Llegó hasta acá sólo por su historia en Central, pero el equipo no juega nada, es un rival endeble, que pierde partidos desde antes de salir del vestuario, sin alma, sin entrega, y sobre todo...sin nada de fútbol.