En Rosario trabajaban en el cuarto piso de un edificio de Mitre al 900. Según el secretario general del Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor de la República Argentina (Smata), Marcelo Barros, estaban fuera de convenio y no tenían ningún tipo de representación gremial.
La compañía les impuso retiros voluntarios como forma de indemnización. La mayoría eran ingenieros, analistas en sistema y programadores con entre 7 y 20 años de antigüedad. Hacían el soporte del sistema informático y financiero de General Motors en todo el mundo y enviaban información a la casa central en Detroit.
Los despidos cayeron como un baldazo de agua fría porque meses atrás les habían informado que iban a ser trasladados este mes a la planta de Alvear, que ya tenía listas oficinas nuevas. En la fábrica de Alvear hay preocupación: el 31 de enero vence el acuerdo del gremio Smata con la compañía y pronostican al menos 300 despidos en el sector de producción.