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Argentina mostró una pálida imagen en el inicio de la Copa América. La primera mitad fue con predominio casi absoluto del conjunto colombiano, que manejó campo y balón. Lo Celso perdido por la derecha, Di María escondido detrás de la marca por derecha y Agüero superado por los centrales, no pudieron darle fútbol a la Argentina. Sumado a eso, Messi estuvo ausente en la primera mitad, sólo la solidez defensiva impidió que se fueran derrotados a los vestuarios.
En la segunda mitad, De Paul reemplazó a un intrascendente Di María y le dio algo más de fútbol al equipo. Messi comenzó a asociarse con Lo Celso y parecía que se podía torcer el rumbo del partido. Pero bastó una pincelada magistral de James Rodríguez, que dejó uno contra uno a Martínez, que eludió a Saravia y venció a Armani con disparo cruzado. Antes Pizarro había tenido dos disparos desde afuera del área y Ospina había contenido un buen cabezazo de Ottamendi.
Argentina sintió el golpe, se desordenó y estaba para igualar o perder por mayor diferencia y ocurrió lo segundo. Otra vez desbordaron por la derecha de la defensa, el centro atrás y el ingreso de Zapata entre los centrales argentinos que quedaron mirando la definición del cafetero.
Un flojo comienzo para la Copa tan esperada, que deja sabor amargo y preocupación no tanto por el resultado sinó por la carencia de respuestas futbolísticas de un equipo anodino, sin ideas para crear y de mandíbula frágil, que sucumbió ante el primer golpe. Deberá ganar en la próxima fecha ante Quatar, si no quiere volver pronto a casa.