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¿Y si Cristina vuelve a correrse otra vez?


La ex presidenta, Cristina Fernández está por estos días en Cuba, donde visita a su hija Florencia que se trata de una enfermedad en el país caribeño. Tras arrasar en las PASO, el Frente de Todos quedó al borde de imponerse en primera vuelta en octubre. Ella tuvo participación a medias, sólo se juntó a Alberto Fernández en el multitudinario acto de cierre en Rosario. Expuso su libro Sinceramente en varios puntos del país, pero en general, se mostró poco.

En su nuevo carácter de estadista, CFK supo dar un paso al costado justo a tiempo. El Gobierno necesitaba polarizar con ella, y ella se corrió y cedió su lugar. Esto posibilitó la unidad del peronismo, Alberto construyó en pocos meses un bloque sólido, logró traer nuevamente a Sergio Massa, el líder del Frente Renovador y agrupó a la gran mayoría de los sindicalistas y gobernadores.

Al punto que hoy Macri hizo una contra reunión en Olivos y fueron sólo Vidal, y los radicales, Morales y Valdés, no pudiendo concurrir Cornejo, de viaje en Costa Rica. Tuvieron que convocar a Peña, Pichetto, Larreta y Frigerio para llenar la flaca foto. Sólo Schiaretti se mantuvo al margen, por ahora.

La ex presidenta acumula el 70% del electorado de la Argentina. Números más o números menos, un 35% la vota y la sigue a pesar de la demonización mediática y judicial. Otro número similar vota contra ella y jamás lo haría por una fórmula presidencial que la incluya. El resto puede ir o venir. Ella aporta la mayoría de los voto que sustentan la posibilidad cierta que Fernández sea el próximo presidente de la Argentina, con ella era difícil, sin ella es imposible. Alberto y todo el peronismo lo sabe.

El gobierno intenta desesperado catalogar el Frente de Todos de kirchnerismo. Macri lo hizo nueve veces durante su fallida conferencia de prensa del lunes posterior a su caída. Pero el peronismo es mucho más que eso. Intenta asociarlo a la corrupción, al no republicanismo, a lo poco democrático, a lo autoritario, a Venezuela, pero nada le funcionó hasta ahora. La nueva teoría es que Cristina manejará como un títere a Alberto Fernández y hasta que el abogado y profesor de la UBA puede ser el nuevo Cámpora, aquel presidente efímero que posibilitó el regreso de Parón al poder.

Pero CFK espera, toma prudencial distancia, dejó dicho antes de partir que no se metan en líos, que se expongan lo menos posible a polémicas y zancadillas que el Gobierno pueda tender. La elección está definida, ni siquiera los manotazos de ahogado de Macri, metiéndole la mano en el bolsillo a las provincias lo salvará. Es más, irán a la justicia, porque la mayoría no pueden pagar salarios producto de la confiscación de sus recursos para hacer populismo electoral.

"Yo ya fui presidenta, es el momento de otros compañeros, estoy absolutamente despojada de cualquier vanidad o ambición", dijo Cristina el 1 de agosto y no habría que extrañarse que no vuelva a dar otra sorpresa. No antes de la elección, a nadie se le ocurriría. Pero después podría ser. Nadie la imagina callada en el Senado asistiendo a los debates en los cuales no puede participar por no ser senadora en ese rol de integrante del Poder Ejecutivo.

Sí podría renunciar a la vicepresidencia una vez electa y retener su cargo de senadora nacional, en el que aún tiene dos años de mandato por delante. Despejaría así todas las dudas sobre quien manda en el país y tendría menor responsabilidad institucional para poder ocuparse de Florencia, hoy por hoy lo que más la preocupa. Descomprimiría además el frente externo, abriéndole a Alberto las puertas del mundo sin condicionantes anteriores. Es sólo una posibilidad, cuando nadie lo esperaba ya lo hizo, podría hacerlo otra vez. Varios todavía van...y ella, ya está de vuelta.

Fernando Paulo Viglierchio

(Especial para RosariNoticias)


       



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