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No le sobró nada es cierto, fue mejor que su rival también, pero la versión demostrada por los de Cocca en cancha fue muy pobre. A quien le importa, si los tres puntos quedaron en casa y a eso juega este Central 2020. La falta de fútbol en la mitad de la cancha, donde el abanderado es Rinaudo, que aporta su cuota de sacrificio, pero lejos está de generar juego, marca a las claras para que está este Central, que se prende en la lucha por ingresar a alguna Copa, mientras intenta escaparle al descenso.
El elenco auriazul consiguió su quinta victoria consecutiva en el Gigante, donde se impuso a Godoy Cruz, Aldosivi, Boca, Huracán y hoy el Tripero. El número cierra, rascando algún punto de visitante, cómo el otro día ante El Taladro, la cuenta da. Si quiere ver fútbol vaya a otra cancha, o hágase socio o simpatizante de otro club.
Enfrente tuvo un equipo anodino, con una pobreza futbolística asombrosa que la refleja su posición en la tabla, condenado al descenso no tanto por su ubicación en esa tabla, sino por su juego o mejor dicho su no juego, Ledesma fue un espectador más de los más de 40 mil que coparon el Gigante, al punto que la única situación de riesgo contra su arco fue desviada por Laso y no tuvo que intervenir.
Ribas aprovechó un rebote fortuito y con un foribundo disparo marcó la diferencia. Central apenas tuvo un par de ocasiones más en el partido, Gimnasia ninguna. Pudo aumentar Ruben tras un centro del ingresado Marinelli y Pereyra, en el mejor homenaje a Diego de la noche, lanzó un disparo idéntico del de Maradona a Brasil que Fatu Brown complicó y casi termina en gol. Central se quedó con una victoria merecida, ajustada, pero necesaria. Respira en un fin de semana que venía mal barajado, tras las victorias de Aldosivi y Patronato.
(Fotografía gentileza Rosario Central)

