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A veces seguir tirando de la cuerda cuando del otro lado se le suelta la soga termina con el supuesto poderoso en el piso, y eso parece haber entendido Lifschitz. Perotti se muestra cauto, ya no presiona publicamente, y mandó a las segundas y terceras líneas a dar la pelea mediática.
El propio PJ salió a bancarlo, y en momentos en los cuales no hay enfrentamientos y todo está supeditado a la pelea contra el cronavirus, el presidente de Diputados aparecía en el centro de la escena, un lugar no elegido y poco propicio para la ocasión.
Perotti ganaba cámara, se mostraba preocupado por la pandemia, daba números todos los días y hasta recorría el territorio preparándose para lo peor, que está por venir. Ni siquiera se refería al tema. La contracara era un Lifschitz sin exposición, sin sesiones con cobertura mediática, donde imponía su mayoría y contradecía al bueno del rafaelino, que apenas atinaba a quejarse de su actitud, sin nombrarlo. Sí lo hizo la vicegobernadora, Alejandra Rodenas, reclamándole un gesto de grandeza, en este momento complicado.
Parece haber reflexionado Miguel, ya se la hizo difícil al gobernador entrante, le aprobará lo solicitado en abril, y por circunstancias no previstas. Había empezado a perder la pelea mediática y hasta el respeto de algunos aliados de la política con los que compartió y compartirá espacios. A veces es mejor ceder, y guardarse para otras batallas. tendrá otros tres años para poner piedras en el camino, si la idea es hacerle complejos los planes de gobierno al peronismo para buscar una revancha en 2023.
