Los gimnasios reabrieron esta mañana en Rosario, tras estar más de un mes con sus persianas bajas. Lo hicieron "bajo estrictas normas de seguridad", con turnos, con no más de diez personas y no precisamente "a cielo abierto", como establecía la norma emitida por el Poder Ejecutivo provincial.
Las primeras imágenes emitidas por medios locales, mostraron un aforo acotado, máquinas fuera de uso para mantener distancias entre los gimnastas, y la aparición de numerosas mascarillas acrílicas, que cubren medio rostro, y dejan salir los aerosoles emanados de boca y nariz por arriba y abajo, no directamente sobre otra persona, pero que se expanden en el ambiente.
Autoridades sanitarias advirtieron sobre el uso de estas "medio mascarillas", pueden ser suplementarias del uso del barbijo, pero no reemplazan su utilización. Sin embargo, con controles que brillan por su ausencia son los predilectos de los que concurren al Gym, sobre todo a la hora de correr en cinta, ya que permiten respirar mejor.
Sería aconsejable que el Ejecutivo local fuera más estricto en la aplicación de la normativa vigente, que se dejara explícito que la utilización del barbijo no puede ser reemplazado por mascarillas y que estas son en todo caso complementarias. Caso contrario, no tardarán en aparecer los contagios en los gimnasios, ya que quien corre en una cinta, o se sube a una bici fija emana miles de micropartículas al aire que respiran otros deportistas.
La actividad física es un beneficio para la salud, de eso no cabe ninguna duda. Mucho se los escuchó decir a los gimnasios que eran parte de la solución y no del problema, ellos mismos deberían ser quienes les exijan a sus clientes usar barbijo, medio eficaz para evitar contagios, junto al distanciamiento social. Todo otro atajo, por más cómodo que resulte, es peligroso.
