El campeón de América estrenó título ante su gente. No es poca cosa, Argentina no levantaba un título hacía más de dos décadas y no había público en los estadios por la pandemia desde hace un año y medio.
En los futbolístico, está de más decir que el potencial de un equipo y otro es bastante antagónico, el elenco nacional tiene un elenco con una jerarquía muy superior, pero a veces eso no alcanza, hay que plasmarlo en la cancha. Y el equipo de Scaloni lo hizo.
En los primeros 20', el elenco visitante no pudo pasar la mitad de la cancha. La presión alta hacía que la pelota no le durara nada a Bolivia y Argentina iba madurando su gol. Llegó a través de una genialidad de Messi, que metió un caño hermoso y la puso cerca del ángulo superior derecho del arco defendido por Lampe.
Después el propio capitán, Di María y Lautaro Martínez tuvieron chances claras de aumentar, incluso al 9 le anulan un tanto en offside, tras una gran asistencia de tres dedos de Fideo. Sobre le final de la etapa, un par de despejes defectuosos cerca de Musso permitieron que los vedes tuvieran al menos una chance de gol.
En el segundo tiempo Bolivia salió con otra actitud, al menos en los primeros 15' de la segunda etapa podría decirse que jugó de igual a igual. Pero faltaba que Messi frotara la lámpara para marcar diferencias.
Primero el capitán tiró una doble pared con Lautaro Martínez y definió de derecha para marcar el segundo ante un Monumental que ya se rendía a sus pies. Luego, tras un violento remate de Paredes desde afuera del área, el 10 la mandó al fondo de la red para sellar el marcador y poner el 3 a 0 definitivo.
Argentina ganó un partido necesario, era el reencuentro ante su público, era la bronca contenida, la frustración de tantas veces que se estuvo cerca y el desahogo contenido por la obtención de un logro continental, que varias generaciones anteriores no habían podido lograr. Messi emocionado hasta las lágrimas dio la vuelta olímpica por el Monumental rendido a sus pies.
