En la primera etapa a la Argentina le costó demasiado quebrar a un Perú precavido, que ponía a todos sus hombres a correr detrás de la pelota, redoblaba la marca y apostaba a cortar los circuitos de juego. El elenco de Scaloni no estuvo claro, y no tenía llegadas de peligro, solo aproximaciones al arco de Gallese.
Cuti Romero había marcado un tanto de cabeza, pero el VAR anuló por un offisde finito. Los de Gareca hacían bien los deberes, eran ordenados y nunca perdían la marca. Di María por izquierda y con pocos espacios no aportaba soluciones y un Messi muy marcado no lograba establecer la diferencia. De Paul tuvo chispazos, pero el fútbol no aparecía.
Hasta que faltando poco para la finalización de la primera etapa, Molina escaló por derecha, tiró una pared y fue a buscar, llegó al fondo y puso un centro preciso para la cabeza de Lautaro Martínez impactó fuerte y superó al arquero peruano. Era merecido, en una primera etapa en que la el fútbol no fluyó, el resultado estaba al caer, y tanto buscar la albiceleste tuvo premio y se fue al descanso con ventaja mínima.
El segundo tiempo estuvo de más, Perú no tenía armas para inquietar a Argentina y el conjunto nacional pareció sentir el desgaste de los tres partidos disputados en una semana, con viaje incluido. Cuando no pasaba nada, el ingresado Farfán picó por detrás de los centrales y Dibu lo derribó al ingresar al área. El penal fue ejecutado por encima del travesaño.
Scaloni movió el banco, se hizo correr el balón, Perú no se animó a ir por más y Argentina se dedicó a cuidar la pelota, lejos de Gallese. Los tres puntos quedaron en casa, no se jugó bien, pero el rival de hoy siempre le costó a la Argentina, históricamente, con tantos agónicos clasificatorios para mundiales incluso. El equipo sacó en esta llave siete de nueve, volverá a reunirse en noviembre para dos nuevas fechas y tendrá la oportunidad de quedar muy cerca del Mundial de Quatar.
